Con la idea de que nadie se baña dos veces en el mismo río, el filósofo Heráclito ejemplificaba una verdad que, 2500 años después, sigue resonando imbatible: lo único constante en la vida es el cambio. Que lo digan quienes han trabajado o emprendido en periodismo durante las últimas dos o tres décadas: cada nueva tecnología de comunicación o información ha llegado para remover una y otra vez los paradigmas del oficio y la industria, un cisma al que han tenido que adaptarse tanto los medios como las audiencias.
El panorama no hace más que cambiar, está claro, y no siempre para bien. En el reporte más reciente del Instituto Reuters para el estudio del periodismo, por ejemplo, en México solo el 36% de las personas confía en las noticias: una tendencia a la desconfianza que es mundial. La medición además dice que otro 36% evita activamente el consumo de noticias y que el consumo de medios en soportes tradicionales como la televisión y la radio siguen disminuyendo.
Frente a un horizonte tan desconcertante, no son pocos los medios, grandes y (especialmente) chicos que han tenido que aprender de manera acelerada a cambiar de rumbo, frenar, replantearse o incluso detenerse por completo para navegar en esa ola de cambios, para que los impulse y no los entierre.
Este artículo reúne testimonios de medios y proyectos periodísticos desde Bolivia hasta México, pasando por Perú y Colombia, que dialogan con las comunidades, con perspectiva de género, con enfoque cultural, ambiental o de investigación. Si bien el periodismo que ejercen es diverso, los une una sabiduría en común: la importancia de adaptarse a las circunstancias, entender el curso de la marea y la experiencia de verse obligados a tomar decisiones difíciles, pero necesarias para mantenerse a flote.
Eso, y una cualidad que suele encontrarse en quienes creen en el valor social del periodismo: la testarudez.
La agridulce adaptación al cambio
Aunque muchos de los giros que toman los medios a través de su historia los ayudan a retomar el control o a replantearse mejor su rumbo, las crisis y los cambios necesariamente se traducen en realidades complejas, que obligan a quienes los enfrentan a tomar decisiones muy difíciles y a atravesar momentos indeseados, incluso dolorosos. Al final, a los medios los construyen seres humanos y cada adaptación invita muchas veces a un tránsito emocional.
Malvestida es un medio mexicano con perspectiva de género que nació en 2016 y rápidamente creció por el impulso del movimiento feminista en el mundo y el auge digital de la pandemia. El 2023 los encontró con métricas sólidas, pero Instagram modificó su algoritmo y les obligó a pensar en alternativas para diversificar sus ingresos y los canales de comunicación con su audiencia.
“Fue un año bastante duro para nosotros. Yo creo que ese fue el punto de inflexión porque tuvimos que reorganizarlo todo, o sea, de entrada, tuvimos que hacer el equipo más chico”, cuenta su directora, Alejandra Higareda. La situación obligó a que tuvieran que reducir su equipo de diez a seis personas.
El Búho, de Perú, es un medio que nació en el 2000 y ha visto de primera mano cómo los cambios no siempre se manifiestan como una pausa o un sacudón. Su directora, Mabel Cáceres, reconoce que más que una crisis el cambio que vivieron ha sido progresivo: pasaron de ser semanario a revista, y la pandemia los obligó a abandonar el papel para digitalizarse.
El cambio es así de ambivalente. La misma pandemia que propulsó a Malvestida fue un terremoto para otros en el ecosistema como el mexicano Lado B o el boliviano Rascacielos.
Lado B, un medio fundado por los periodistas mexicanos Mely Arellano y Ernesto Aroche, tuvo que despedir en 2022 a 13 de los 15 trabajadores que tenían luego de once años de trabajo.
Rascacielos, que comenzó siendo un suplemento dominical del extinto periódico Página Siete de Bolivia, bajo la dirección Cecilia Lanza, con la expectativa de volverlo “el New Yorker de La Paz”, se independizó durante la pandemia a costa de volverse completamente digital y desacelerar su producción.
Lanza tuvo que replantear completamente la estructura de Rascacielos como revista y su circulación dominical. En Lado B, la pandemia afectó personal y emocionalmente a la trabajadora clave para la recaudación de recursos y en 2022 decidieron que lo mejor era hacer una pausa. Y volvieron, aunque “nadando de muertito”, en palabras de Mely Arellano.
Como suplemento también nació Verdad Con Tinta, un medio de investigación en la región boliviana de Tarija. Se separó del periódico Nuevo Sur a costa del esfuerzo de Mercedes Bluske y Jesús Vargas, sus fundadores, para pasar a circular junto a otro medio. Finalmente se convirtió en un proyecto independiente, transitando del formato impreso al digital.
La Región de Bolivia, un medio que se enfoca en medio ambiente y turismo comunitario, también ha resistido al menos dos crisis. En la primera (entre 2014 y 2015), dos de las cofundadoras se apartaron del proyecto. Por su cuenta, Doly Leytón resistió unos años hasta que en 2018 se sumó al equipo la periodista Rocío Lloret. Juntas repensaron y reinventaron el medio, hasta que llegó el 2020.
El valor de estar listos para adaptarse
La pandemia las encontró con muchas ideas en marcha y un relanzamiento programado. Leytón y Lloret decidieron acomodarse y seguir, pese a que no era el plan inicial. Para su sorpresa, las visitas al sitio web no solo aumentaron 50% durante el encerramiento, sino que se mantuvieron allí arriba. Aunque en un principio pensaron sostenerse con publicidad, la realidad las obligó a adaptarse para ampliar su oferta de servicios.
Desde su renacimiento, La Región evolucionó como marca y estableció una productora de contenidos, también proyecta lanzar una tienda de productos artesanales. Además, gracias a los cambios que incorporaron en su paso por la aceleradora de medios Amuna Digital, un programa de SembraMedia, han logrado pagar sus salarios en los últimos 15 meses.
¿Cómo lo han logrado? “Hay algo clave y lo he escuchado de Janine Warner (directora de SembraMedia), que es aprender a virar. Creo que en mi vida había escuchado la palabra virar, pero ha sido muy importante: el poder adaptarse”, reflexiona Leyton.
Así, por ejemplo, Leytón ha aprendido a hacer gestión de proyectos, algo que no se imaginó que tendría que hacer como periodista, pero tuvo que adaptarse a las necesidades del medio.
Para Higareda, de Malvestida, la adaptabilidad es la esencia para sobrevivir a una crisis: “Un proyecto tiene que ser flexible, tener la capacidad de entender que las cosas cambian rápido y que hay que tomar decisiones. Verlo como una parte natural del proceso y no necesariamente como un fracaso o como un retroceso”.
Con Malvestida, Higareda priorizó el negocio sobre la línea editorial cuando tuvo que hacerlo. “Las decisiones que tuvimos que tomar eran orientadas a salvar al negocio. Pensamos: si esto sigue manteniendo la esencia editorial pero no tenemos a alguien que esté vendiendo, va a ser más difícil reponernos”.
Muchos coinciden en que lograr estabilidad implica equilibrar entre la línea editorial posible, la que quieres, el negocio, las métricas y más. Aún así, adaptarse a las circunstancias no tiene que ser un malabarismo.
Arellano de Lado B explica, por ejemplo, que la crisis del medio le enseñó sobre lo que le gusta hacer en la vida. “Lado B era un proyecto muy bonito. Personalmente me sentía satisfecha de tener ese medio, pero no me sentía satisfecha como periodista y a Ernesto tampoco. Pensábamos: ¿Tengo que renunciar a lo que más quiero que es ser periodistas y convertirnos en administradores? Pero sostener un medio a costa de lo que sea, la verdad, es que nunca ha sido mi filosofía de vida”.
En cambio, a Catalina Ruiz-Navarro, directora de Volcánicas, las circunstancias la hicieron entender que Latinoamérica necesitaba un espacio feminista, de investigación y de opinión.
Antes de Volcánicas, existió Volcánica, una revista también feminista que hacía parte del medio independiente guatemalteco Nómada. En 2019, Martín Rodríguez Pellecer, quien era el director, editor y dueño de Nomada, fue acusado de acoso sexual. Esto hizo que Ruiz-Navarro renunciara a ese proyecto e investigara las denuncias. Nómada y Volcánica desaparecieron.
Cuando llegó la pandemia, a Ruiz-Navarro le llegó el caso de un director de cine colombiano que tenía acusaciones por violencia sexual. Tras una investigación de cinco meses pensó en donar el texto, pero no quería perder el control de la investigación.
Así que, a falta de un espacio como Volcánica, compró un dominio web y nació Volcánicas. La revista no solo se abrió para publicar ese reportaje, sino muchos otros temas y así nació un espacio digital, regional y feminista que en ese momento no existía. “Queríamos que Volcánicas llenara ese espacio, ahora en plural, porque nosotras nos concebimos múltiples”.
La revista colombiana Tribuna Cultural nació en 2019 y circuló en papel por dos años. En 2022 y con el medio en crecimiento, Diego Martínez, su fundador, decidió detenerlo para entender en qué quería convertir su medio y configurar mejor la estrategia de mercado.
Él explica: “Esto es una prueba siempre, pero creo que descubrimos a nuestra audiencia. Cuando empezamos a ver hacia adentro, qué era lo que hacíamos, entendimos que podemos generar intercambios y que podemos trabajar por el sector cultural, mostrar cómo funciona ese sector y qué pasa en Hispanoamérica”.
Martínez describe otra realidad, una más feliz, que se manifiesta en las crisis: tener la libertad absoluta de volver a decidir qué camino tomar.
Se vale cansarse, detenerse, repensarse…
Arellano dice que ya no volverían a hacer Lado B como antes. Con la crisis, tanto ella como Aroche entendieron que no les gusta ser patrones ni tener que lidiar con asuntos administrativos. “Apostarles a estos proyectos es un diálogo constante con el propio proyecto, con lo que quieres, con lo que no quieres”.
“Yo creo que sí es sano detenerse a pensar en concedernos que las cosas pueden funcionar de otra manera”, reflexiona Mely Arellano, de Lado B, quien pone en una perspectiva realista, pero optimista, el difícil paso de frenar, cerrar o volver a empezar.
“También es sano decir que te cansas y releer eso que parece una derrota. Me parece que tenemos que priorizarnos como personas nuestra felicidad y nuestro bienestar”, añade.
Higareda de Malvestida lo pone en estos términos: “Si eres una estructura demasiado rígida, finalmente terminas por romperte. Creo que hay que entender que los proyectos tienen estos procesos, de hacerse grandes, de hacerse pequeños, que es natural y que todo el tiempo tienes que estar como recalibrando cuál es el objetivo a largo plazo”.
Los tropiezos de Verdad con Tinta le han enseñado a su cofundador Jesus Vargas que el periodismo abarca más que crear contenidos. “En todo este camino nos hemos empezado a dar cuenta de que el periodismo no termina con el reportaje o la investigación que has hecho, sino que ese es el principio. Y nosotros los periodistas juramos que con hacer la nota ya está”. No duda en decir que no solo los medios, también los periodistas, tienen que transformarse.
Diego Martínez ve la pausa de Tribuna Cultural como un momento clave que le ayudó a pensar en quién es él, a quién le habla y a entender que no puede avanzar sin saber cómo lograr la sostenibilidad financiera.
Higareda de Malvestida también recomienda pensar en números cuando llegan las crisis. “Los números ayudan a tomar decisiones asertivas. Muchas veces toca tener la mentalidad, no de periodista, no de amigas, sino de empresaria y ver los números te van a dar la respuesta”, argumenta.
Un recetario para el aguante
En suma, los testimonios de estos medios son lecciones valiosas. Para hacerlo aún más útil, les pedimos a las y los líderes de estos medios que compartieran un consejo que les hubiera gustado escuchar en sus momentos de crisis. Esto nos dijeron:
Rascacielos: Les diría que no bajen los brazos, que vale la pena cuando se tiene realmente sentido. Además, la salida para mí es la creatividad, de verdad. Yo creo que la creatividad no se agota cuando cuando tu proyecto tiene un sentido.
Malvestida: Creo que lo que me ayudó un montón, pero de verdad un montón, fue estar acompañada por mentoras. Sentirme acompañada en esas decisiones que tomaba y recibir orientación de otras personas, de otras mujeres, fue supervalioso, me ayudó a sentirme más tranquila, a entender que lo que estaba decidiendo que sí tenía sentido y justificación.
Yo siempre abogo por la colectividad, y si puedes conseguir mentoras que te acompañen en el proceso y que sean generosas con su tiempo, creo que eso ayuda muchísimo de verdad.
Tribuna Cultural: lo primordial es entender el medio, entenderse, porque no es fácil. Hay personas y medios que descubren su misión de una, y hay medios o personas que no han podido. Pero cuando uno encuentra esa justificación, toma sentido.
Otra cosa es saber para quién escribo y para quién estoy invirtiendo mi tiempo; quién me va a leer y cómo lo va a aprovechar.
Otro tip: comenzar a pensar en un departamento de sostenibilidad, pensar en cómo financiar lo que estoy haciendo desde el principio.
Verdad con Tinta: Innovar no es participar en todo, sino proyectar algo, planificarlo bien y con base en eso seguir o descartar. No hay que hacer cosas porque están en tendencia y nada más.
Volcánicas: Hay que hacer una política organizacional. Aunque es difícil de implementar, porque tienes que existir, vivir y andar como medio para entender cuáles fueron los errores y pensar maneras de atenderlos en un futuro. En mi inexperiencia como directora, daba por sentado que todo iba a funcionar siempre perfectamente, porque tener una revista feminista era el sueño.
El Buho: Cada medio es un universo, no hay un modelo, no hay una plantilla. Hay que ir adaptándose y adaptándose. A tal punto que se pueden considerar renacimientos.
Vale la pena volverlo a intentar
Leyton, de La Región de Bolivia, no titubea al responder que volverlo a intentar ha valido la pena: “Nosotras vemos que ya valió la pena porque hemos sembrado una semillita. Muchos colaboradores nuestros hoy tienen sus propias páginas; ha valido la pena”.
Para Catalina Ruiz Navarro, de Volcánicas, la tranquilidad viene de trabajar por hacer el medio que soñó desde adolescente. “Nosotras estamos tratando de encontrar un modelo de sala de redacción, remota, con nuestras propias reglas, pensar cómo nos organizamos para trabajar de una forma que sea productiva y que sea considerada. Cómo hacer un periodismo que no nos reviente”.
En esto coincide con Higareda. “Yo lo veo como un compromiso que tengo con, genuinamente, querer un mundo más empático, donde las personas puedan ser y existir sin que las agredan y la violenten todo el tiempo. Los discursos de odio están agarrando mucho auge y se necesita hacer un contrapeso a eso”.
“Sí, ha valido la pena. Encontré mi función en la vida. Crear y generar mejores entornos culturales y periodísticos. Trabajar en la construcción de mejores sociedades. Eso es lo que me hace levantarme todos los días”, dice Diego Martínez de Tribuna Cultura.
Por supuesto, no hay una brújula ni un mapa para encontrar el propósito. No es tan fácil. “Uno no tiene que esperar un éxito rotundo a la primera, al mes, ni siquiera al año”, dice Mabel Cáceres de El Búho. Como periodistas, tal vez allí radica la gracia de volverlo a intentar: “Si tenemos un mérito es la persistencia”, agrega.
* Laura Rodríguez Salamanca es investigadora digital y periodista con experiencia en verificación de desinformación, discurso público y productos periodísticos. Trabajó en la unidad de fact-checking de la agencia AFP y en Colombiacheck. Hace parte de Las Lupas, un laboratorio de investigación digital para el movimiento social. Es integrante de la Red Latinoamericana de Jóvenes Periodistas de Distintas Latitudes.